sábado, octubre 23, 2010

El "baboso" alcalde ginecòlogo del PP cuya "Igualdad" no le da igual.

El efecto más peligroso de la supresión del ministerio de Igualdad consiste en que parte de la ciudadanía puede pensar que su creación fue efectivamente un capricho personal de Zapatero o una operación de marketing, como la derecha política y mediática se ha hartado de proclamar desde 2008. Por si el número de víctimas de la violencia de género no fuera un motivo suficiente, ayer mismo sonó la prehistórica voz del alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva (PP), para confirmar la absoluta necesidad de un organismo público que promueva la igualdad. El simple hecho de que la máxima autoridad en una de las ciudades más importantes de España demuestre que es un sexista y pueda continuar ejerciendo un cargo público sin que pase nada ya justificaría la existencia del ministerio.
Jesùs Maraña.

Yo, de pequeño, lamentaba mi mala suerte de no poder aspirar a ser dios, porque el puesto ya estaba ocupado desde hacía una eternidad. Y me parecía injusto, porque dios, con su absoluta falta de profesionalidad, tampoco había hecho mérito alguno para el nombramiento, por mucho que yo me comprometiera a hacerlo infinitamente mejor que él. Así que rebajé mis pretensiones a una buena obispalía, con coche y chófer, palacio episcopal, besamanos y mando en plaza. Era la imagen del poder más cabal con la que contaba en mi ciudad.

Un compañero de bachillerato, con el sexo en estado de ebullición en aquella azarosa pubertad, prefería ser ginecólogo, pues, según él, en vez de pagar cobraría toda la vida por contemplar su oscuro objeto de deseo. Lo que se dice un chollo.

Como somos de la misma edad, intenté recordar si aquel compañero de bachillerato se llamaba Francisco Javier León de la Riva, el hoy alcalde de Valladolid, ginecólogo de profesión, cuando ayer leí cómo le ponían a cien los labios (de la cara) de la nueva ministra de Sanidad, Leire Pajín. “Tengo que decir que cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir aquí”. Aunque creo que no, que se trata de distintos obsesos sexuales. Si esto dice en alto el ingenioso ginecólogo, no quiero ni pensar las gracietas que será capaz de construir en la intimidad de su cuarto de baño con el apellido Pajín.

Como buen católico, coincide con el papa Ratzinger en que los preservativos no preservan ni del pecado, algo que en el farsante de Roma puede ser producto de la ignorancia, pero que viniendo de personal sanitario, de un ginecólogo, debería ser causa suficiente para retirarle la licencia. “La Leire Pajín, una chica preparadísima, hábil, discreta, que va a repartir condones a diestro y siniestro por donde quiera que vaya…”

No recuerdo cómo se llamaba mi compañero de bachillerato. Hace años que lo busco. Pero por si acaso se ha hecho alcalde del PP, que en algunos casos puede llevar directamente a la delincuencia, hago desde aquí un llamamiento público: Alcalde de la Riva, soy Manolo. Manolo Saco. Confiesa, ¿eres tú aquel compañero mío de pupitre que ya se entrenaba para baboso desde la pubertad?
Manolo Saco.


Colocar un problema ante el espejo público y denunciarlo es el primer paso hacia su solución. Por cierto, el alcalde morritos de Valladolid gana unos 20.000 euros más al año que cualquier ministro.
 

Fuente: Pùblico.es



Sherlock... buscando pistas

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