martes, diciembre 07, 2010

El revolucionario riesgo de la mentira

“Mejor sirve a la patria quien le dice la verdad”, fueron palabras de Martí que utilizó la señora Soledad Cruz para encabezar su artículo. Pobre Martí, tan explotado y vilipendiado durante estas últimas cinco décadas. Creo, los efectos que se logran con la manipulación de su ideario, resultan extremadamente negativos. Al límite de considerarla inaceptable por muchos de los que nos educamos bajo la vigilancia de su admirable doctrina. No puede tolerarse esa complicidad del apóstol como autor de tantos actos que han destruido económica y moralmente a nuestra tierra. Huelen mal, apestan los héroes y apóstoles que se mantienen en el limbo y son incapaces de descender a nuestra mesa o a la cama de nuestros enfermos.
Resucita Soledad Cruz, lo hace para nosotros, los que una vez y por todas, decidimos divorciarnos de sus letras. Lo hace con una estelarísima utilización de esa virtud que poseen las mujeres, quizás. Su intuición no es femenina, es felina y le dice que es la hora apropiada para pescar en río revuelto, actúa como el mejor de los pescadores. Tal vez lo hace como aquellos sabios guajiros que tenían en cuenta cuando era cuarto menguante o creciente para sembrar malanga. Pero allí estaban sus letras, párrafos y artículos dispuestos a ridiculizar esas milenarias creencias. ¿Qué etapa de nuestras vidas pudo resultar indiferente a la pluma de Soledad? Ninguna, fue nuestro pan de cada día y la base material de estudio que ocupara nuestros horarios de descanso. Resucitó como otras tantas momias lo hicieron hace muy poco para referirse a un quinquenio gris, yo diría medio siglo negro. Luego, cayeron nuevamente fulminados por ese silencio que siempre se ha sabido imponer en la isla.
Toma las riendas de su ordenador y se lanza al ruedo de una manera “atrevida”, digamos que autorizada, esa debe ser la opinión de todos los que nos desarrollamos y dejamos parte de nuestras vidas allí. Lo hace, diciendo algunas verdades ya gastadas y que nadie se atreve a escuchar. Hablemos de medias verdades que cuando tienen su origen en personas tan intransigentes e intolerantes como doña Soledad, los efectos resultan peores a las manifestaciones de autoría del apóstol cuando el ataque al Moncada. ¡Pobre Pepe! Tan difamado cuando la guerra de independencia, hoy forma parte de una banda de delincuentes. ¡Aparece Soledad! ¿Arribista, oportunista, hipócrita, falsa? Todo es posible menos creer en su sinceridad y alma suicida, la gente de su estirpe no se inmola como hicieran aquellos soldados en una montaña de Granada abrazados a la bandera cubana, ¿lo hicieron? Lo hace en medio de un clima donde han ido cambiando los discursos y se arrían banderas que supuestamente estuvieron una vez izadas. No por ello deja de ser agresiva, mueve inteligentemente la colita en busca de alguna golosina. Su discurso resulta infantil, interesantísimo para el que solo ha tenido la oportunidad de leer lo que le llega diariamente en su papel sanitario, no hay opción.
Aboga por la salvación de un cadáver, porque para ella, la revolución “paradigmática” aún continúa viva y menciona a millones de seres dispuestos a salvarla. Aunque el precio de tal tontería utópica, pueda convertirse en medio siglo más para retroceder al punto de partida y otro siglo para repetir la historia. Dijo, y espero no me crean, porque a simple vista resulta tan infantil, ella visitó algunos países “socialistas” en la década de los setenta, y pudo observar los niveles de inconformidad que anunciaran su posterior caída. Dijo, y perdonen la redundancia, aquello no podía ser socialismo. “Pero se guardaba silencio sin tener en cuenta que silenciar los problemas reales es la mejor forma de hacerlos mayores”. ¡Señores, esas han sido sus palabras! Por supuesto, escritas para perfectos idiotas. Porque si nos remontamos al contexto histórico de ese párrafo,
Cuba atravesaba una de las etapas más duras de su vida que comenzó con la “gran ofensiva revolucionaria” del año 68 y se extendió más allá del 70 en aquella caprichosa lucha por lograr la “Zafra de los diez millones”. ¿Es que la gente pudo olvidar eso? Es muy probable que sí, pero no todos los cubanos tenemos mala memoria. ¿No fue la fecha donde ella se incorporó a esa vida “revolucionaria” intransigente? ¿No fue una de las grandes colaboradoras para lograr ese silencio del que hoy se asombra e indigna? ¿Creerá la doña que los cubanos somos imbéciles?
Todo parece indicar que esa es su apreciación y no le falta razón, hay quienes encuentran algo de positivo en este mensaje escrito treinta y siete años después de su incursión en el mundo represivo de las letras que no dejan huellas en el cuerpo, pero muy profundas en los sentimientos de todos los cubanos.
Resulta casi imposible responder cada uno de sus planteamientos en un artículo que no resulte agotador, porque señores, debe ser aburrido escribir sobre lo mismo y que solo la opinión de algunos se detenga cuando leen o escuchan esas opiniones cuyos orígenes radican precisamente en La Habana. ¿Cuántas veces no se ha dicho lo mismo? ¿Cuántos de nosotros no sufrimos esas experiencias que ella pretende vender como primicias? Creo que llegó demasiado tarde.
Sin embargo, hay pasajes de todo ese vomitivo artículo que merecen una pausa. Afirma la doña, “la mayoría de la población quiere salvar la revolución a toda costa”. Todo parece indicar que la doña no vive en la isla, y si lo hace, debe ser refugiada en la misma burbuja donde se ha mantenido la mayor parte de su vida. Y como siempre, porque nunca debe faltar en un discurso cargado de medias verdades, las causas y azares, los pesares y todas las desgracias que pesan sobre las espaldas de ese pueblo tan olvidado, marginado y traicionado como el cubano, siempre caerán sobre los Estados Unidos y los “atorrantes” de Miami. Pero, paradójicamente, un elevadísimo porcentaje de esas gentes que hoy marchan con banderitas en las plazas y protestódromos, desean alguna vez tener la oportunidad de convertirse en atorrantes. ¿Qué no? Que se abra otro Mariel, ya me contarán.
¡Ohhhhh! Lucha ella detrás del teclado por la libertad del cubano a viajar y regresar a la isla con su plata para supuestamente gastarlo con la familia. Habla de una emigración económica que hoy sufre de muchas trabas burocráticas, ¡qué buena es la doña!, aplausos. ¿Habrá mejor manera de mantener a un estado proxeneta? Y no es el único identificado en América, digamos que México le lleva la delantera en el papel de chulo. Pero, porque siempre hay un pero y espero me sepan disculpar mis furibundos compatriotas, existen marcadas diferencias entre las exportaciones mexicanas y el producto neto que nos llega de la isla, aunque por supuesto, como en toda regla, hay brillantes excepciones y no se puede medir a todo cubano con la misma vara. Pero no nos engañemos, Miami es la capital del exilio cubano y a esa costa llegan los cubanos de infinidad de maneras posibles. No es lo mismo para todo el planeta, las balsas no llegan hasta España, Italia, Canadá, Francia, Australia, y no quiero mencionar cada uno de los rincones de esta tierra donde los cubanos arriban a bordo de un pene, un culo o una vagina. ¿Con esta gente pretende doña Soledad salvar la revolución? ¿Son los emigrantes económicos a los que hace referencia? Todo parece indicar que es así.
El resto del artículo es agua corrida o mango caído, con excepción de sus rancios ataques a los “desnaturalizados” de Miami, y en este punto comete un gravísimo error. Esos “desnaturalizados” no existen solamente en la península de La Florida, los hay dispersos por el mundo, gente con suficiente moral y vergüenza para regalarle a ella y a todos los que con su complicidad han destruido nuestro país. ¡Gente, doña Soledad Cruz! Que mientras usted disfrutaba los placeres carnales con Aldana, y disculpe que ahora mi respuesta se desvíe al mensajero y no al mensaje. Pues esa gente, se reventaba dentro de los surcos de caña o guataqueando malanga con la idea de que contribuían a construir un futuro. Y por cierto, ha transcurrido el tiempo suficiente para que ese futuro llegara, ¡ya llegó!, ¿qué tenemos?
No hace falta que abogue por el derecho a entrar o salir de los cubanos, si de verdad, algo que siempre he dudado de usted, desea servirle a su patria, que por supuesto, nunca será la mía, no basta con decirle sus dudosas verdades.
La patria se recuperará, vencerá esa epidemia que la ha invadido durante medio siglo, renacerá luego del paso de varias generaciones. Lo hará, ¿sabes por qué? Porque siempre habrá un sobreviviente con la dignidad y moral suficiente para servir de semilla. Porque siempre existirá un cubano que no tuvo que dar el culo para salir del país o escribir artículos en Juventud Rebelde.

Esteban Casañas Lostal
Montreal..Canadá.


Sherlock... buscando pistas


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