lunes, diciembre 12, 2011

La vida después de la muerte en el ciberespacio

¿Cuando mueres te convierte en tu perfil de Internet? Y ¿qué le sucederá a toda tu data flotando en el ciberespacio? ¿Cómo almacenar tu ciberalma para otorgarle la inmortalidad digital o como borrar aquellos recuerdos que son incómodos fantasmas?

Another one, bits the dust. Si bien no sabemos si nuestro ser permanece después de la muerte, sí sabemos que nuestra información digital queda flotando en el éter del ciberespacio después de que perecemos en cuerpo (y que podría permanecer ahí por mucho tiempo, en una cuasi inmortalidad). Esto inspiró al escritor Don Delillo a decir, un poco en broma, un poco en serio, que “cuando morimos nos convertimos en nuestro perfil de Internet”. Pero si bien generalmente tenemos un testamento y una serie de instrucciones para nuestro entierro y para la distribución de nuestras pertenencias, son pocos los que piensan en sus lifebits, en qué le sucederá a tu página de Facebook, a tu cuenta de Twitter, a tus correos de Gmail, a tu avatar de Second Life o demás manifestaciones digitales de tu persona. A veces, el no pensar en esto hace inaccesible información importante, más allá de lo meramente anecdótico.

El New York Times tiene un extenso artículo sobre la incipiente industria de la administración de la vida digital después de la muerte. Nuevas ciberempresas que proveen distintos servicios, incluyendo el envío de contraseñas a ejecutores del estado digital o un “incinerador de cuenta” o que incluso crean un avatar con la información de la persona muerta que de alguna form la inmortaliza, hasta otros que envían mensajes periódicos a los seres queridos desde ultratumba. También, que proveen la posibildad de renovar las cuentas digitales que necesitan ser pagadas para que la información siga siendo almacenada en la red.

Un notable ejemplo es el del blogger Mac Tonnies, autor del excelente blog de transhumanismo y ufología Posthuman Blues, quien murió el año pasado a los 34 años. Mac trabajaba en Starbucks, llevando una vida modesta, pero en línea era sumamente activo, agrupando una serie de amigos digitales que a su muerte se manifestaron creando blogs postumos para difundir su trabajo. Por otra parte la cuenta de Flickr de Mac con miles de fotos era premium, por lo cual a su muerte se ha desactivado perdiendo miles de fotos en el limbo digital. Los padres de Mac ni siquiera usaban computadoras antes de su muerte, pero al enterarse de su rica vida digital han empezado a surfear la red e iniciado la lectura completa de su blog con más de 5 años de constantes posts. La familia no podrá ver las fotos de Mac, ya que su cuenta de Flickr premium expiró. En el caso de su blog, siendo parte de Blogspot, es un servicio gratuito de Google, pero de haber sidohosteado en otro servidor, probablemente ya habría desaparecido.

Además de la importancia que puede tener almacenar la información digital de forma postuma, existe también en muchos casos la noción del manejo de imagen después de la muerte. En el caso de Mac Tonnies, su último blog post se ha convertido en un muro de recuerdos con más de 250 comentarios de amigos y fans de su trabajo, pero también empieza a ser invadido por spambots, con mensajes vendiendo artículos deportivos u ofreciendo fármacos. En cierta forma el mausoleo digital de Mac está siendo contaminado de la misma forma que una tumba vandalizada, con flores y falos. También, pueden existir casos de personas que no quisieran que a su muerte lo único que los sobreviva sea su Tumblog en el que postean fotos de chicas en bikini o su wall de Facebook con comentarios de personas que apenas conocían, los cuales no pueden ser controlados. En este caso sería útil la incineración digital.

Actualemnte se calcula que cerca de 375 mil usuarios de Facebook mueren cada año. Esta red social ofrece una opción para pedir que un perfil sea cambiado a modo de “memorial” cuando alguien muere. Esto surgió al parecer a partir de que un empleado murió en el 2005, como un modo de recordarlo. El modo “memorial” desactiva algunas funciones y resetea algunos términos de privacidad pero no le da control a sus ejecutores, por lo cual a veces borra datos que no quisieran que fueran borrados o al revés.

De este agregado de data digital que nos constituye en el ciberespacio, surgen teorías filosóficas transhumanistas que consideran que nuestro ser, más que un alma encapsulada en un cuerpo lleno de billones de átomos, es el patrón de información y la red de relaciones que tejemos. En este sentido, en su libro “The Pearly Gates of Cyberspace,” Margaret Wertheims habla de una ciberalma que puede vivir después de que nosotro hayamos muerto en “un constructo tecnológico substituto del espacio cristiano del cielo”.


El proyecto de arte digital post mortem, Mission Eternity, realiza una curaduría de lifebits -imágenes, texto, sonido, etc.- y los almacena en capsulas que son mantenidas por ángeles informáticos que proveen el servicio de almacenamiento. Las capsulas se envían mensajes entre sí e interactuán con el mundo exterior para de esta forma preservar la existencia y mantener un diálogo metafísico más allá de la muerte.

En otro proyecto artístico, el famoso ingeniero informático, Gordon Bell, se ha dado a la tarea, bajo el auspicio de Microsoft, de registrar toda su vida digital. En MyLifeBits se almacenan no sólo todos sus emails, sino todas sus páginas visitadas e historial de búsqueda, y notas escritas en su computadora a través de fotos de pantalla cada treinta segundos. Bell sugiere que el propósito final de la tecnología digital es capurarar “la totalidad de la vida de una persona”.

Para hacer esto posible y administra la información después de la muerte, han surgido una serie de empresas que proveen estos servicios, como The Digital Beyond, Legacy Locker, la suiza DataInherito Entrustet, que busca asociarse con las redes sociales para proveer este servicio de manera interna.


Lifenaut.com tiene un producto que llama MindFile, “una base de datos de reflexiones personales capturadas en video, imagen, audio y documentos que puede ser guardada, buscada y desacargada por amigos”. La información está construida para ser un avatar interactivo “que se vuelve más inteligente a medida que se añade más información”, su slogan es “Eterniza”. Un sitio similar VirtualEternity.com, oferece también un avatar con el siguiente slogan “Queremos darle a nuestros usarios el regalo de la inmortalidad”.

DeathSwitch.com, inspirado en la historia del mismo nombre en el que se imagina un servicio automatizado que permite a sus usarios enviar mensajes después de que mueren. Los usarios usan el servicio para enviar cuentas de banco, resolver historias de amor o confesar pecados. Con el tiempo el servicio se vuelve tan elaborado que es imposible distinguir a la ficción postmortem de la persona viva. En DeathSwitch.com las cuentas gratuitas tienen la posibilidad de enviar un mensaje sin documentos adjuntos a una persona; con la cuenta premium tienen 30 mensajes hasta a 10 distintos recipientes con videos, fotos y demás archivos adjuntos.

Es cierto que planear los repositorios de nuestra información digital a nuestra muerte puede parecer una nimiedad o un absurdo, puesto que, justamente, estaremos muertos: en teoría sin acceso a esa información o a cualquier cosa que genere. Y, sin embargo, tal vez porque una de las formas en las que no morimos, es, más que en el ciberespacio, a través de los otros, es interesante utilizar este tipo de servicios para crear un legado o ayudar a alguien, no una banalidad estilo inmortalizar mi muro de Facebook o las 50 mil fotos que me tome con mis amigas en la discoteca. Tal vez un mensaje preciso y escogido con una intención clara, poética, ultramarina. Y sobre todo, la reflexión de la vida después de la muerte en el ciberespacio nos hace pensar en la vida actual que se podría también preparar para la vida después de la muerte en el espíritu, una forma de entrenamiento para atravesar una rendija con toda nuestra información armónicamente agrupada en un cuerpo de luz.




Sherlock... buscando pistas.






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